Mover el alma, activar la memoria.
- Lady Stephania Lugo Ramírez

- 4 ago
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Una mirada desde la fisioterapia y la danzaterapia en adultos mayores

Cada vez que veo a un adulto mayor mover sus pies con timidez al ritmo de la música, algo se activa también en mí. Como fisioterapeuta, he aprendido que el cuerpo guarda recuerdos, emociones y posibilidades que no siempre pueden expresarse con palabras. Por eso creo profundamente en el poder del movimiento para sanar, y más aún, para mantener viva la memoria.
Se proyecta que entre 2024 y 2074 la población adulta mayor se duplicará, alcanzando hasta un 20,7% de la población mundial, y que el número de personas mayores de 80 años se triplicará. Esta transición demográfica representa un enorme desafío de salud pública, especialmente frente al aumento de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, el Parkinson o el deterioro cognitivo leve.
A lo largo de mi ejercicio profesional, he visto cómo estas enfermedades alteran no solo la mente, sino también la autonomía, la autoestima y los vínculos afectivos. El deterioro cognitivo implica la disminución de funciones tan esenciales como la atención, la memoria, la percepción y la regulación emocional. Sin ellas, la vida cotidiana se vuelve un rompecabezas difícil de armar.

Pero no todo está perdido. Creo firmemente que el envejecimiento no tiene por qué traducirse en pérdida. El paso del tiempo puede ser también un momento de transformación, de reconexión con uno mismo, con el cuerpo, con el presente. Lo he visto muchas veces: adultos mayores que redescubren su fuerza interior a través del movimiento, que vuelven a mirarse al espejo con orgullo, que sonríen simplemente por poder seguir el ritmo de una canción.
Ante este panorama, muchas personas me preguntan:¿Se puede frenar el avance de estas condiciones? ¿Existe alguna forma de mantener la mente activa sin recurrir solo a medicamentos?
La respuesta es sí. Existen tratamientos farmacológicos, claro, pero también hay alternativas terapéuticas que están demostrando ser altamente efectivas. Una de ellas, que me apasiona profundamente, es la danzaterapia.

La danza es mucho más que un acto artístico o recreativo. Es una acción intencionada que involucra al cuerpo, la música, la memoria, la imaginación y las emociones. Desde la fisioterapia, la aplicamos como una herramienta terapéutica para trabajar no solo lo físico, sino también lo emocional y lo cognitivo.
La danzaterapia ha demostrado estimular la neuroplasticidad, esa capacidad maravillosa del cerebro para crear nuevas conexiones. Estudios de neuroimagen lo confirman: al bailar, activamos regiones frontotemporales del cerebro relacionadas con el control motor, la planificación y la ejecución de tareas. Es decir, cuando una persona mayor baila, no solo se mueve… también se entrena cognitivamente.
Además, el ritmo musical ayuda a estructurar el movimiento, lo que permite mejorar habilidades como el equilibrio, la coordinación y la memoria secuencial. Pero hay algo más importante: la danza devuelve sentido y placer, dos ingredientes esenciales para la calidad de vida.

Quisiera detenerme aquí. Porque a veces se subestima el valor del placer en la vejez. Se nos olvida que las personas mayores también quieren reír, emocionarse, sentirse parte de algo, compartir. Y la danza logra eso. No es solo una técnica clínica, es un puente entre el cuerpo y el alma. Es una forma de decir: “sigo aquí, aún puedo, aún soy”.
En cada sesión que acompaño, observo pequeños milagros: una señora que recuerda una canción de su infancia, un señor que empieza a moverse sin miedo, alguien que, por primera vez en meses, se permite cerrar los ojos y dejarse llevar. En esos momentos, el tiempo parece suspenderse, y lo que queda es presencia pura.
¿Y cómo sabemos si esta intervención está funcionando? ¿Cómo medimos su impacto emocional y cognitivo?

Existen muchas herramientas para evaluar el deterioro cognitivo y monitorear los avances. Pero más allá de las escalas y los test, hay señales que sólo el corazón profesional sabe interpretar: una sonrisa tímida que se convierte en carcajada, una mano que busca otra durante la danza, una mirada que dice: “gracias por no rendirte conmigo”.
La verdadera rehabilitación no siempre ocurre en el músculo. Muchas veces ocurre en lo invisible: en la confianza recuperada, en la dignidad restituida, en la memoria emocional que se despierta. Porque no se trata solo de prevenir la enfermedad, sino de sostener la humanidad de cada persona que envejece.
En nuestro próximo blog, te contaré cómo identificar los primeros signos de alerta de las enfermedades neurodegenerativas y cuándo es el momento ideal para iniciar una intervención. Porque la clave, como siempre digo, es moverse a tiempo, con conciencia, con afecto y con la certeza de que el cuerpo nunca olvida… solo necesita que lo escuchemos.
Dra. Lady Stephania Lugo Ramírez
Fisioterapeuta
Movetica Center Member




¡Excelente información!
Me encanta esto que no solo te brinda información, sino que también te hace sentirla en el corazoncito y así con más ganas compartirla y aplicarla.
Wow, que lindo es ver qué cada vez más herramientas como la danza terapia favorecen procesos de reminiscencias promoviendo habilidades cognitivas como la memoria.
Terapeuta Ocupacional.
Muchas gracias por esta información valiosa para mi abuelito